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domingo, 23 de octubre de 2011

La milagrosa



La luz entre las sombras

El secuestro es una de las mayores infamias que se puede cometer con un ser humano. Es una atrocidad contra la familia y la sociedad, y es también uno de los mayores pesos morales con que pueden, en su vida, cargar los victimarios. No existe beneficio alguno para el que secuestra, pues primero se degrada, después se convierte en prisionero y en sirviente de quien tiene prisionero, y en todo este proceso que jamás resulta grato para ninguna de las partes, deja su pellejo pendiente de un abismo, pues, tarde o temprano la ley del búmeran habrá de volverse contra él.

Creo que “LA MILAGROSA” es una cuidada, significativa y muy objetiva película, sobre este flagelo en el que la guerrilla colombiana ha jugado un papel indecoroso. Considero, con todo respeto por la madre de Jesús, que fue improcedente el título que le pusieron y el poster con que se promociona, pues llevan a pensar a cualquier mente prejuiciada, que se trata de otra historia cursi, un drama lacrimógeno o algún cuento católico de sospechosa moralidad. 


Y las referencias a la virgen son mínimas y sin un fuerte compromiso con la historia, pues ésta se centra fundamentalmente en los efectos que, de parte y parte, produce la convivencia entre el muchacho secuestrado y la guerrilla que le retiene. El director Rafa Lara, consigue proceder con la sabia medianía y logra recrear las liviandades y las fortalezas morales que hay en todo ser humano. Así, la polaridad puede notarse en los guerrilleros y en los secuestrados (con el joven Eduardo, comparten celda un francés  y una joven llamada Carola).




Muy bien matizado aparece el jefe guerrillero, Arturo “el lagarto”, y sobre todo su hermana Mayra, por quien llegamos a sentir un especial cariño. Se nos habla de su historia y de las cosas que los marcaron para terminar en la guerrilla. Y así, sabemos que no son bestias sino seres signados por el sufrimiento, por la carencia y el odio quienes, de pronto, encuentran este tipo de senderos para mantenerse vivos.


También Eduardo Martínez, el plagiado hijo del senador, luce humano, con debilidades y notables fortalezas que le hacen merecer respeto y estima de parte de los guerrilleros. Y, en conjunto, aquellos seres en conflicto lucen cercanos en su dualidad, a los dos lados llega el sufrimiento, ambos son capaces de compartir momentos gratos, y hasta el amor logra abrirse camino en un ambiente que pareciera sin esperanza. 

Desde el punto de vista narrativo, técnico y actoral, “LA MILAGROSA” resulta intachable. Las escenas de acción gozan de un virtuosismo que nada tiene que envidiar a lo que se hace en Hollywood, y el clima general posee la conjugación perfecta para dar cuenta del ambiente emocional que cada situación requiere. Rafael Lara demuestra destreza narrativa y la historia mantiene firme nuestro interés en todo lo que sucede.

Estamos ante una encomiable realización que recomiendo sin reparo alguno y que bien pudo llamarse “La luz entre las sombras”.
      
                         Luis Guillermo Cardona

Título original: La milagrosa
País / Año: Colombia, 2008
Director: Rafael Lara
Guión: Rafael Lara, Antonio Merlano
Fotografía: Mauricio Vidal
Música: Daniel Medina
Intérpretes: Antonio Merlano (Eduardo Martínez), Guillermo Iván (Arturo "El lagarto"), Hernán Méndez (Chino Medina), Mónica Gómez (Mayra), Monserrat Espadalé (Carola), Germán Quintero (Don Eduardo), Álvaro García ("El gringo").
Duración: 106 minutos





viernes, 21 de octubre de 2011

El amor en los tiempos del cólera



El Amor es lo único que nunca muere

“EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA” es, para mi gusto, una de las mejores historias de amor escritas en América. Gabriel García Márquez consigue, con la pulcritud de su lenguaje y su profundo conocimiento del quehacer y el sentir humano, una narración ejemplar donde se demuestra la perseverancia, el fervor, la paciencia, el afán de lucha y la permanencia de que es capaz el amor.

Imposible olvidar a Florentino Ariza, el operador del telégrafo que, desde que conoce a Fermina Daza queda prendado de ella y, desde entonces, su único ideal en la vida es obtener su amor. Protegido por mamá, quien sólo ansía verlo convertirse en hombre al lado de una mujer, Florentino tropieza con el rechazo de su suegro, quien aspira a que su bella hija se case con un hombre prominente.


Larga tragedia para Ariza quien, para hacer soportable su vida, se dedicará entonces a tener sexo con cuanta mujer se cruce en su camino y hasta llevará una lista con orgullo de macho y corazón fracasado.

El encargado de esta adaptación cinematográfica, fue el inglés Mike Newell quien, con el español Javier Bardem y la italiana Giovanna Mezzogiorno como el dúo protagonista, y con las más bellas promesas del cine latinoamericano (Catalina Sandino, Marcela Mar, Ana Claudia Talancón, Angie Cepeda…) montó un atractivo jardín de rosas, para hacer del filme y de la vida de Florentino Ariza, algo que subiera la temperatura.


Sin embargo, pesa “la maldición” que parece haber sobre la obra de nuestro Nobel de Literatura, porque la historia desfallece a ratos y sobre todo, en la segunda hora, tiene el electro en casi una línea recta. Impecable ambientación en soberbias locaciones cartageneras, magnífica fotografía, bellísimo vestuario, efectiva banda sonora, pero la estupenda historia de amor cae en la rutina porque, Newell -me parece-, concede demasiado tiempo a las vagas aventurillas de nuestro héroe y alarga el filme innecesariamente, cayendo en un bajón de ritmo que a duras penas levanta con el reencuentro.


Creo que, hasta ahora, nunca anduvimos más cerca de tener la gran película de García Márquez, pero, el atractivo de las superficies nos hace perder siempre el acceso a las profundidades.          

         Luis Guillermo Cardona

Título original: El amor en los tiempos del cólera 
País / Año: Colombia, 2007
Director: Mike Newell
Guión: Ronald Harwood (Novela: Gabriel García Márquez)
Fotografía: Affonso Beato
Música: Antonio Pinto
Intérpretes: Javier Bardem (Florentino Ariza), Giovanna Mezzogiorno (Fermina Daza), Marcela Mar (América Vicuña), John Leguizamo (Lorenzo Daza), Fernanda Montenegro (Tránsito Ariza), Catalina Sandino (Hildebranda), Benjamín Pratt (Juvenal Urbino), Ana Claudia Talancón (Olimpia).


Los viajes del viento



En busca de sí mismo

Ignacio Carrillo es un juglar de Majagual, Sucre, quien, de su maestro Guerra, recibió como regalo un acordeón que éste le ganó al diablo en una piquería (competencia de juglares). Ahora, Carrillo carga con la maldición de que “todo aquel que toque el negro acordeón se convertirá en un juglar para siempre”. El instrumento, al que distingue un par de cuernos, acompaña al viejo músico a donde quiera que vaya, pero ahora él está de luto por la muerte de su mujer y ya no quiere tocarlo. Así es que ha emprendido un largo viaje en burro, con el deseo de llegar hasta la alta Guajira donde habita el maestro Guerra (¿no es curioso que sea éste el apellido del director del filme?), con la esperanza de que éste pueda quitarle la maldición. 


Un joven llamado Fermín, acompañará al acordeonista en su larga travesía y una singular relación, de aprobación y rechazo, aprendizaje y desprecio, y de largos silencios, ocasionalmente rotos por austeras palabras, se dará entre ellos hasta crear un lazo inextricablemente estrecho. Las praderas y los ríos, el sol y el viento, serán testigos de este viaje donde, el viejo y el muchacho, quieren cumplir una promesa, pero sobre todo, ansían encontrarse consigo mismos.

La historia que nos cuenta el director Ciro Guerra, nos recuerda irremediablemente el también singular viaje de esa joya de David Lynch, conocida como “Una historia verdadera" (The Straight story), donde otro viejo que sale en su podadora a visitar a su hermano enfermo, se convierte en un magnífico mensajero. Pero, Guerra hace lo suyo muy a la colombiana, con los mitos de la zona pacífica; la festiva música que los anima; la pasión, la serenidad y la furia que les caracteriza; y los esplendorosos paisajes que nada tienen que envidiar a las llanuras norteamericanas. 


“LOS VIAJES DEL VIENTO” es un filme que despertará gratas sensaciones a todos aquellos que saben vivir sin prisa, que saben degustar con ambos oídos los sonidos de la naturaleza, y que entienden que, la palabra sólo debe usarse, cuando lo que se va a decir es mucho mejor que el silencio. También la música producirá sensaciones placenteras (inolvidable “Caballito”)… y aquel par de sensibles buscadores, dejarán una huella, porque tienen Vida y no están nada lejos de lo que, en definitiva, todos anhelamos.  

                                      Luis Guillermo Cardona


Título original: Los viajes del viento
País  / año: Colombia, 2009
Director: Ciro Guerra
Guión: Ciro Guerra
Fotografía: Paulo Andrés Pérez 
Música: Iván Ocampo
Intérpretes: Marciano Martínez (Ignacio Carrillo), Yull Nuñez (Fermín), Agustín Nieves (Ninz), Carmen Molina (Tendera).




miércoles, 19 de octubre de 2011

La estrategia del caracol



Hay cosas que hay que hacerlas para mantener viva la dignidad

“LA ESTRATEGIA DEL CARACOL” está llamada a figurar siempre entre las grandes películas colombianas, es de lo mejor que se ha hecho en toda Latinoamérica, y es la clase de filme que debería ver todo el mundo porque creo que nadie quedará impasible ante el encanto, la gracia y la fuerza creativa, emocional y comprometida que revelan sus protagonistas.

Queda aquí plasmado el vigor que puede alcanzar el pueblo cuando siente su paz resquebrajada, su dignidad pisoteada y sus derechos vulnerados. La palabra Unión adquiere aquí su sentido preciso, inconmensurable y eterno que nos demuestra de nuevo que, es sólo con el otro que uno puede salvarse o es también con el otro que puede condenarse. 


Se contrapone, con el debido respeto (y con la debida denuncia) el papel que juega en sociedad, la fe y el escepticismo, el derecho y la leguleyada, el respeto por toda vida o la decisión de terminarla… y así, el filme discurre -con un acerado humor que se ahoga en la crueldad- entre la solidaria convivencia de disímiles personajes y el afán de posesión de vulgares trapaceros; entre el amor y el desamor; y entre la disquisición de seguir con lo que se tiene o acogerse a unas leyes que defienden –antes que nada- los intereses de los “poderosos”.

Malicia pura, agudeza de ingenio, y una sorprendente estrategia que deja con la boca abierta hasta al más pintado, hacen de este filme de Sergio Cabrera, una obra imprescindible. 


Cada personaje tiene su propio carisma. Y esto comienza con el paisa (Luis Fernando Múnera) el hombre que decide contar a un periodista que se haya ante un nuevo desalojo, en que consiste lo que él llama “la estrategia de la clase inquilinal”. A él seguirá gente como don Jacinto (Fausto Cabrera, padre del director), el cerebro de la estrategia del caracol, para quien el bello tema de la “Carmen” de Georges Bizet, es como una analogía de los derechos que comienza a torear. El Dr. Romero (Frank Ramírez), el abogado al que le molesta que le llamen perro –en segunda acepción- pero que, en tercera, es sinónimo de su astucia para ampliar con agudeza los plazos que necesitan para lograr su cometido. Doña Trinidad (Delfina Guido), la fe andante que parece arruinarlo todo, pero luego demuestra que puede ofrecer otros resultados. Gabriel / Gabriela (Florina Lemaitre) el ser ambiguo y tierno que jugará un papel muy significativo. El cura Luis (Gustavo Angarita) quien no se cree ni lo que él mismo predica y ansía desnudar los deseos que lo acosan. Y doña Eulalia (Vicky Hernández) la dama leal hasta con la muerte. Y en la contraparte, el Dr. Honorio Mosquera (el autor del guión Humberto Dorado), se lleva las palmas con su desmadre en la asesoría.


Son muchos personajes, pero no sobra ninguno. Cada quien hace parte de una tela configurada con la maestría de una araña tejedora, y el conjunto, es una película plena de encanto, ejemplarizante, que exulta al pueblo y condena cualquier abuso que contra él pueda cometerse.

¡Unámonos, que la unión crea grandes resultados!  

                                              Luis Guillermo Cardona

Título original: La estrategia del caracol
País / Año: Colombia, 1993
Director: Sergio Cabrera
Guión: Humberto Dorado, (Colaboración: Jorge Goldenberg, Frank Ramírez) 
Fotografía: Carlos Congote
Música:Germán Arrieta
Intérpretes: Frank Ramírez ("Perro" Romero), Fausto Cabrera (Jacinto Ibarburen), Humberto Dorado (Honorio Mosquera), Florina Lemaitre (Gabriel/Gabriela), Vicky Hernández (Eulalia), Delfina Guido (Trinidad), Víctor Mallarino (Dr. Holguín), Luis Fernando Múnera (Gustavo Calle Isaza), Gustavo Angarita (Padre Luis), Saín Castro (Justo).

miércoles, 12 de octubre de 2011

Paraíso travel



Largo y penoso viaje hacia el desencanto

Marlon, es un muchacho de Medellín que está fascinado con la preciosa y coqueta Reina, una chica que sabe encender la llama, pero, que no está dispuesta a darle su regalo hasta cuando pisen suelo de Nueva York, ciudad a la que ella sueña viajar, como tanta otra gente que se hizo a la idea de que allí estaba el paraí$o. Quizás enamorado o por la irrefrenable ansia del macho de obtener lo que se le niega, Marlon, quien no se ha tragado el cuento de aquel soñado Paradise, accede a hacer el riesgoso viaje organizado por una empresa pirata de esas que “pintan pajaritos”, pero luego meten a la gente en un gran fardo de problemas.


Simon Brand, ha hecho su película comenzando con la llegada a Nueva York e intercalando escenas del accidentado viaje partiendo de Medellín, vía Guatemala y la frontera Mexicana. Pero, lo que sigue, sólo cumple con dejar bien pintado que el american dream, es sólo a sad dream (un triste sueño). Y que se ha dejado la tierra donde se es persona y donde se han echado las raíces culturales que jamás se borran, para ser un explotado, mano de obra barata que los oportunistas aprovechan para que hagan el trabajo sucio, hasta que los inmigrantes se asienten y consigan sacar alitas con algo de suerte o de empeño… o, como le ocurre a tantos, sacrificando su propia integridad.

EEUU sólo lucirá como una tierra fantasma, y de la mítica New York sólo veremos unas cuantas calles que no superan un barrio medio de Medellín. No habrá contacto con los americanos (a excepción de los policías que motivan la perdida y separación)  y, lo poco que sucede, transcurre entre la colonia latina del Queens (Reinas otra vez) y las retrospectivas para mostrar sólo lo truculento del viaje.

A la historia le falta fuerza y la emotividad sólo se logra en situaciones manidas como las voces de extrañamiento o el creí verte pero no eras tú, careciendo además de un verdadero climax, pues el conflicto resulta bastante plano. El protagonista, aunque con cierto carisma y muy afortunado con las chicas (ocasión para meterle morbo al cuento), resulta de muy poco interés como personaje, pues, sale adelante más por la solidaridad de los paisas que ya hicieron empresa: doña Patricia (una encantadora Ana María Sánchez) y don Hernán (Germán Jaramillo más asentado), que por su propio emprendimiento.



 Creo que, Simon Brand, tiene talento para hacer mejores cosas. Y hago reconocimiento de Ana de la Reguera (Milagros) por su cálida actuación.


Título original: Paraíso travel
País /año: Colombia 200
Director: Simón Brand
Guión: Jorge Franco, Juan Manuel Rendón (Novela de Jorge Franco)
Fotografía: Rafa Lluch
Música: Angelo Milli
Intérpretes: Aldemar Correa (Marlon), Angélica Blandón (Reina), Ana de la Reguera (Milagros), Ana María Sánchez (Doña Patricia), John Leguizamo (Roger), Margarita Rosa de Francisco (Raquel), Vicky Rueda (La caleña). 

La sangre y la lluvia



Dos solitarios en medio de la desesperanza

Esta es una de esas películas que me parten por completo en dos. De un lado, me entusiasma profundamente su atmósfera llena de soledad, de lluvia, de oscuridad entre tenebrosa y fascinante; con esas preciosas melodías plenas de nostalgia y de tensión; y con esas imágenes pausadas -envueltas en la niebla o en la luz indirecta- que dejan sentir una ciudad donde, en la noche, hay pleno lugar para el olvido, el vacío emocional, la desesperanza… también el encuentro, pero sobre todo, el desencuentro.

Me atrae muchísimo la identificación que se hace transparente entre el director y sus protagonistas, pues sabe tomarlos desde muy adentro y es capaz de conectarnos a plenitud con sus emociones. Lo que no me deja duda de que, en términos de la plástica y de la lírica, en Navas hay un hombre con un pulso firme y con una sensibilidad tan plausible que nos deja con expectativa. Lo que tiene que cuidar es no seguir partido en dos, porque el amor, para que sea Amor, no puede dividirse. Y en él -explicable en su juventud- es evidente que aún toma partido demasiado fácil. Obras cinematográficas como “12 hombres en pugna”, “A sangre fría” o “Mucho más que un crimen”, dan claras pistas sobre este tema. 


También logré sentir una gran empatía con los dos protagonistas. Quique Mendoza, como el taxista hondamente dolido por el asesinato de su hermano William y ahora perseguido para evitar que tome represalias, da vida a un hombre sensitivo, con una mesura y una prudencia en lo afectivo que convence e inspira confianza. Y Gloria Montoya, en un debut muy promisorio, logra impregnar a su Ángela de una ternura arrobadora y de una personalidad inconforme y ansiosa que conmueve profundamente. Y también me gustó que pudiéramos ver el calor humano que pueden tener algunas “muchachas de la noche” (aunque para el caso se hubiera preferido a una chica argentina).




Pero, al otro lado de lo que me hizo sentir que estuve cerca de la gran película, me desalienta la caída en el rancio cuento bipolar de ama a estos (Jorge y Ángela), pero odia a aquellos (González, “McGyver”). Me resulta completamente innecesaria e infortunada la escena con el amante fortuito que Ángela lleva a su apartamento. Considero manido y de serie B, el falso recurso de alargar y alargar la decisión de los verdugos con justificaciones sin asidero y haciendo tiempo (algunos lo llaman suspenso) para que llegue “la justicia” que tanto ansiamos.

Con todo, “LA SANGRE Y LA LLUVIA” me deja un sentimiento de positiva esperanza. Creo que el cine colombiano está pasando por el mejor momento de su historia. Hay ahora talentos con escuela, con bagaje, y sobre todo, dotados de claridad  y compromiso con la vida y con el arte cinematográfico. Y de esto, seguramente, van a seguir surgiendo cosas muy significativas.

                                                  Luis Guillermo Cardona

Título original:La sangre y la lluvia
País / año: Colombia 2010
Director: Jorge Navas
Guión: Jorge Navas, Carlos Henao, Alizé Le Maoult
Fotografía:Juan Carlos Gil
Música: Sebastián Escofet
Intérpretes: Gloria Montoya (Ángela), Quique Mendoza (Jorge), Hernán Méndez (Tte González), Juan Miguel Silva (Torres), Weimar Delgado (McGyver)

martes, 11 de octubre de 2011

Esto huele mal



Cómo meterse en un embrollo de alambre de púas y no salir pinchado

Esto es lo que yo llamo servirse con inteligencia de un hecho real (en este caso, la explosión de un carro-bomba en el Club el Nogal de Bogotá el 7 de febrero de 2003), para contar una historia de “ficción” que, convierte el potente drama, en un gran marco de comedia negra. Apreciable, además, el adecuado recuento documental de aquel execrable hecho y la creíble puesta en escena de los incidentes que enmarcaron la tragedia.

Jorge Alí Triana nos convence aquí, definitivamente, con un filme que se arma de la picardía de los colombianos para manejar sus infidelidades, proceso en el que, como suele suceder, terminan soñando que están entre un gran enredo de alambre de púas del que luchan por zafarse sin salir pinchados. El entramado es delicioso, las situaciones, además de verosímiles, están colmadas de razonamiento lógico y de recursos creativos y el rítmo narrativo nos atrapa, desde el comienzo, sin decaer ni un sólo instante.



El filme sirve también para plasmar una sentida denuncia contra los medios de comunicación que, comúnmente, privilegian la conveniencia a la verdad, y nos anima a seguir reconociendo que, muchos de los llamados héroes, no son más que fabricaciones que huelen a puro humo… mientras que, los verdaderos héroes (gente que hace grandes obras sin desear reconocimiento, personas que se conservan íntegras contra todas las calamidades, políticos y periodistas que exponen su vida por defender la verdad a toda costa) seguirán siempre en el anonimato o puestos en cuestión como si fueran enemigos de la patria, porque estos ni siquiera saben que son héroes y tampoco petenden serlo, pues, sólo actúan motivados por el deber sagrado de defender el bienestar y la justicia que merecemos todos y cada uno de los seres humanos.  

Cómo bien dice su amigo Guzmán, de Oscar la actuación de Diego Bertie como el hombre de negocios que podrá entrar con su esposa a la misma plaza de toros. Y para los que gustan de las caras bonitas, aparecen Cristina Campuzano como la esposa sorpresiva y Valerie Domínguez una de las modelos más cotizadas del país, como Manuela, la amante por la que se pondrá en serios aprietos nuestro apreciado padre de familia.         


Me he sentido muy a gusto y siento que, el año 2007, fue de gran impulso para el cine colombiano, pues, basta con “Bluff” y con “ESTO HUELE MAL”, para contar con dos comedias dignas de mostrar con orgullo al resto del planeta.

                                                     Luis Guillermo Cardona

Título original: Esto huele mal
País / año: Colombia, 2007
Director: Jorge Alí Triana
Guión: Jorge Alí Triana, Geörg Hiller (Novela Fernando Quiroz)
Fotografía: Juan Cristóbal Cobo
Música: Camilo Posada
Intérpretes: Diego Bertie (Ricardo Caicedo), Cristina Campuzano (Elena), Diego Cadavid (Guzmán), Valerie Dominguez (Manuela).   










lunes, 3 de octubre de 2011

Los colores de la montaña



También en el infierno es posible la amistad

La gente humilde del campo, en su mayoría, no desea otra cosa que vivir en paz con su familia y sus vecinos. Cuidar las gallinas, sembrar su huerta y tomar de la vaca la leche diaria que les ayude a levantar a sus hijos, son sus mayores aspiraciones. Envían a sus chicos a la escuela sólo porque entienden que ser iletrados conlleva algunas limitaciones, pero la mayoría se conforma con que aprendan los oficios que les ayuden a sobrevivir en comunión con la tierra, las plantas y los animales.

El campesino no entiende mucho -ni quiere saber- de política, de grupos armados, ni de guerra, y menos entiende de los afanes de poder, expropiación y destierro que animan a tantos hombres a quienes pareciera que se les ha muerto el alma. Pero, un día cualquiera, el sol que iluminaba sus tierras se tiñe de gris; por los ríos ya no corre solamente agua cristalina sino que, cada tanto, arrastra el cuerpo inerte de alguien que tomó partido o simplemente se negó a estar de lado alguno; y en las montañas, ya el viento no sopla con su característico frescor sino que trae a diario infaustas noticias que llenan de desesperanza.


Pero, en medio de tanto dolor y de tanta desazón, los niños siguen alegres aún sabiendo que no todo es perfecto. Les anima el juego, el color de los valles y de las montañas, la cercanía de sus mascotas, el afecto de sus padres… y sobre todo, la amistad.

Es en este ambiente donde transcurre la vida de Manuel, el hijo de Ernesto y Miriam para quien el fútbol tiene un gran significado, y cuyo padre siente que “la comunidad no tiene nada que ver con la cosa de ellos (guerrilleros y paramilitares)”. Julián, es el amigo mayorcito que colecciona los diferentes tipos de balas que han agrietado su tierra. Y Genaro, a quien ellos llaman “Poca luz”, es el niño albino a quien alguien pretende convencer –sin razón alguna- de que, por esta característica, sus perspectivas de vida serán cortas. 




Resultado de una larga espera y de unas cuantas frustraciones, “LOS COLORES DE LA MONTAÑA” fue como aquellos bambús que se pasan largo tiempo echando raíces, trazando direcciones, y calculando la dimensión de la bóveda celeste, para luego brotar con ímpetu y esplendor. Y entonces, se reafirma que lo grande y meritorio es casi siempre el resultado de un gran esfuerzo.

Emotivas y convincentes interpretaciones de aquellos pequeños que, sin experiencia actoral alguna, lograron una naturalidad enorme. Bien, una vez más, por Hernán Méndez (el memorable cartonero de “La primera noche”), como el amoroso y firme padre del pequeño Manuel. Y bien por Natalia Cuéllar, la bella docente que busca devolver la esperanza de paz a los pequeños.

Estamos ante una de las mejores, conmovedoras y veraces historias que se hayan contado en el cine colombiano. Cualquier reconocimiento que pueda hacérsele será más que merecido.  


Luis Guillermo Cardona



Título original: Los colores de la montaña
País / año: Colombia, 2010
Director: Carlos César Arbeláez
Guión: Carlos César Arbeláez
Fotografía: Óscar Jiménez
Música: Camilo Montilla, Oriol Caro
Intérpretes: Hernán Mauricio Ocampo (Manuel), Hernán Méndez (Ernesto), Natalia Cuéllar (Carmen), Carmen Torres (Miriam), Genaro Aristizábal ("Poca Luz"), Nolberto Sánchez (Julián).
Duración:90 minutos




domingo, 2 de octubre de 2011

La sombra del caminante



Cuando la amistad brota con fuerza, se sienten deseos de remojarla a diario

De tanto en tanto, cuando en el ser interior de un humano cualquiera, se despierta un verdadero deseo de redención, el destino pareciera encargarse de forjar singulares encuentros que nos son dados como oportunidad cumbre, para clarificar caminos y llevar la luz donde, hasta ahora, sólo hay oscuridad. Es en momentos como estos, cuando todo aquello que nos vuelve grandes y eternos, tiene ocasión de salir a flote haciéndonos comprender que, lo que hasta entonces vivimos, fue una turbia ilusión que obedecía a la incapacidad de ver y de entender. Resultado de la carencia, no podíamos dar lo que no llevábamos dentro y no podíamos esperar porque no creíamos merecer.

Un especial aprecio me despierta esta cálida e inquietante película que lleva la firma y el sello del colombiano Ciro Guerra, quien tras trasegar algún tiempo por el terreno del cortometraje, tiene por fin su merecido debut como realizador de un largo, logrando el pulso de una alta sensibilidad y un demarcado compromiso con el hombre –quienquiera que sea- si busca encontrar un poco de su verdadera esencia.


César Badillo consigue recrear, con suma eficacia, al discapacitado víctima de la violencia quien ahora se empeña en sobrevivir en una sociedad intolerante y excluyente. E Ignacio Prieto, es el hombre de la silla quien, ávido de devolver el tiempo a sus comienzos laborales, vuelve a ejercer la labor que realizaba en su tierra en los años mozos, con el deseo imposible de deshacer lo que siguió de ahí en adelante.



“LA SOMBRA DEL CAMINANTE” es un filme posible, coherente, sutil y realista, que consigue recrear a dos grandes seres humanos cuyo fuerte polo sombrío (muy bien mantenido por Guerra con su blanco y negro, y sus tenues claroscuros) no consigue ocultar su estela luminosa cuando ésta se afana por tomar impulso y marcar la diferencia.

El filme rememora, en el asedio de la pandilla al discapacitado, al galardonado filme de Luis Buñuel “Los Olvidados”, pero se preserva original y espléndidamente contado, en su manejo de la amistad y en la manera calculada y profunda como se van entrecruzando las vidas de aquel par de marginados.

Por fin, el cine colombiano va encontrando su camino. Esta es la clase de película que hace imposible permanecer indiferente.

                 Luis Guillermo Cardona


Título original: La sombra del caminante
País/Año: Colombia, 2004
Director: Ciro Guerra
Guión: Ciro Guerra
Fotografía: Emmanuel Rojas
Música:Diego Hernández, Richard Córdoba
Intérpretes:César Badillo (Mañe), Ignacio Prieto (El hombre de la silla).
Duración: 90 minutos
      



sábado, 1 de octubre de 2011

Soñar no cuesta nada




Lo que por agua viene… por agua se va

El 18 de abril de 2003, un destacamento de las compañías Buitre y Demoledor del batallón 50 del ejército colombiano, que había sido desplazado a la zona rural de Coreguaje, Caquetá, con la tarea de rescatar a tres contratistas estadounidenses que se hallaban secuestrados por la guerrilla de las Farc desde el 12 de febrero, había desmantelado un campamento del grupo subversivo, y mientras esperaban a ser recogidos por la fuerza aérea, un soldado de los muchos que se hallaban acosados por la diarrea que les causaban las aguas que se veían obligados a beber, descubrió, casualmente, una caneca plástica enterrada donde se hallaban fajos y más fajos de dólares americanos.

Enterados pronto sus oficiales, estos deciden que el dinero les pertenece, y proceden a repartirlo entre todos los miembros del destacamento, bajo juramento de guardar absoluta reserva sobre la guaca encontrada que no fue una solamente, sino dos… tres… cuatro… cinco…  y más canecas, donde se hallaron cerca de ¡50 millones de dólares! (parte en pesos colombianos). 


La cifra exacta, por razones fáciles de suponer, sólo la sabe quien, o quienes, enterraron el dinero que las fuerzas militares atribuyen a miembros de las Farc, pero otras fuentes sostienen que fueron marines norteamericanos quienes lo guardaron allí, como parte de un acuerdo diplomático para liberar a los ciudadanos retenidos, del cual, hasta entonces, no tenía información alguna el ejército colombiano que iba a ser usado como pieza inocente de la estrategia de rescate.
 
Sea cual sea la verdad que, como en tantísimos hechos que ocurren en nuestra mancillada tierra es muy posible que jamás lleguemos a conocer, pues siempre se cuenta sólo lo que conviene y como conviene, lo cierto es que 3 oficiales, 5 suboficiales y 126 soldados, se dieron la gran juerga con el montón de billetes que correspondió a cada uno. Y se sentían con pleno derecho, pues, aunque ignorantes, bien sabían que si devolvían el dinero éste no iría a la construcción o implementación de obras sociales sino que se escamotearía entre la clase dirigente que harto sabe de esto. 


Y muchos creen que no fue por su “delito”, pues los artículos 700 y 701 del Código Civil parecen probar su derecho a quedarse con el tesoro, sino por represalia al hecho de que no entregaran lo encontrado a los altos mandos del gobierno.

La entretenida película de Rodrigo Triana, más exitosa por lo oportuna y por lo insólito del hecho, que por su brillantez narrativa, deja en claro por lo menos dos cosas: Una, que los militares, como el pueblo medianamente informado, tampoco creían un ápice en el gobierno para el que trabajaban. Y dos, que hablar de inteligencia militar sigue siendo una confusión de términos, pues, lo que los soldados hicieron con semejante regalo no tiene perdón del cielo.

Un personaje se rescata plenamente: el de Perlaza, el muchacho dispuesto a darlo todo por una noche con la escurridiza Dayana... pues fue el único que “realizó” su sueño.  

                                                                    Luis Guillermo Cardona 

Título original: Soñar no cuesta nada
País /año: Colombia, 2006
Director: Rodrigo Triana
Guión: Geörg Hiller
Fotografía: Sergio García
Música: Nicolás Urib
Intérpretes: Marlon Moreno (Tte Solórzano), Diego Cadavid (Lloreda), Carlos Manuel Vesga (Pedraza), Verónica Orozco (Dayana), Carolina Ramírez (Herlinda), Manuel José Chaves (Porras).