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martes, 27 de septiembre de 2011

Bolívar soy yo



El hombre que deseaba el regreso de Bolívar


En 1981, el ahora famoso director Jorge Alí Triana, quien venía realizando un programa de televisión conocido como “Revivamos nuestra historia”, hizo una serie titulada “Bolívar, el hombre de las dificultades”, en la que contrató a Pedro Montoya para que representara al Libertador. Se contaba después, que el actor se tomó tan en serio su papel que, mucho antes de empezar a rodar, ya hablaba y actuaba como Simón Bolívar. Aunque Montoya –fallecido en el año 2004- siempre negó esto, hay varias anécdotas que confirman que cada tanto se le salía el Bolívar que llevaba dentro e incluso siguió vistiéndose como él ocasionalmente. Y fue mucha la gente que, en la calle y en diferentes sitios, lo trataba como si fuera el mismísimo Libertador. Por ejemplo, la escena del aeropuerto es fiel a la realidad.


Este suceso, sería la fuente que retomaría Triana para continuar la labor cinematográfica que ya había iniciado con “Edipo Alcalde”. Y el cuento parte de una novela que se está grabando con un llamado Santiago Miranda que representa a Bolívar, pero éste decide oponerse rotundamente a que el libertador termine fusilado porque “eso no corresponde con la realidad de los hechos”. Entonces, la acción se desenvolverá en una entremezcla de realidad y ficción, "locura" y lucidez, "desvarío" y manipulación, que juegan como excelentes escudos para lanzar un gradual y largo discurso contra el maltrato al Libertador y la incompetencia de nuestra clase política para proseguir los ideales del hombre que soñó con ver a Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia, convertidas para siempre en una sola y fuerte república que se conocería como “La Gran Colombia”.


Resulta contundente el alegato de Santiago-Bolívar cuando, ante el presidente y otros dirigentes del país, exclama entre otras cosas:”Ustedes no hacen política, ustedes hacen teatro (…) Mi nombre ha sido utilizado para ponerle nombres a colegios mediocres, a hospitales que no sirven y a constituciones que no se aplican”.


Se lanzan dardos, se muestran las infames tragedias que afronta el país cada tanto, y el nuevo Bolívar, al que la gente del común acoge, la guerrilla decide secundar, y los militares temen dar de baja por el significado que podría tener para sus seguidores, se convierte en noticia para dejar sentado que, por más que se pretenda reducir al Libertador a frías estatuas en los parques, aún su ideario sigue vivo y hay quienes creen que, por nada del mundo, se puede dejar morir. 
          
Jorge Alí Triana ha hecho un filme con significado. 

                                                  Luis Guillermo Cardona 

Título Original: Bolívar soy yo
País/año: Colombia, 2002
Director: Jorge Alí Triana
Guión: Jorge Alí Triana, Manuel Arias, Alberto Quiroga
Fotografía: Rodrigo Lalinde
Intérpretes: Robinson Diaz (Simón Bolívar-Santiago Miranda), Amparo Grisales (Manuelita Sáenz), Jairo Camargo (Presidente), Carlos Barbosa (Ministro de defensa), María Eugenia Dávila (Madre de Bolívar), Alejandra Borrero (Vicepresidenta) Vicky Rueda (Kelly), Victoria Valencia (Tania), Fanny Mickey (Productora).   

domingo, 25 de septiembre de 2011

La primera noche



Una muchacha capaz de sobrevivirlo todo

La primera vez que vi esta película, inducido quizás por mi propio estado de ánimo, tuve la sensación de haber visto uno de los filmes más sentidos y dolorosos que se hayan hecho en Colombia. Pero le reprochaba, como a “La tierra tiembla” y a otros notables filmes, que no mostrara una luz al final del túnel.

Ahora que he vuelto a verla con el ánimo afinado y en favorables condiciones, creo que estamos ante una de las más sólidas, emotivas y significativas películas que se hayan hecho en Colombia. Y además de drama social, donde se reflejan con rigurosidad histórica los terribles conflictos que a diario sufren los campesinos, la indolencia de las autoridades, y los choques que padecen muchas familias donde los hijos se ponen al servicio de bandos contradictorios, esta película lleva sus personajes a la ciudad para mostrar que incontadas familias sólo salen “de Guate-mala pa’ guate-pior”, como suele decirse por estos lados y un cartel en la vidriera de aquella agencia de viajes donde la pareja se refugia, nos trae la frase a colación. 


Pero, motivado sin duda por esa preciosura y atinada debutante que fue Carolina Lizarazo, conseguí centrarme en su personaje y sentí que el filme nos da una fuerte imagen de mujer predispuesta a vivirlo todo y a sufrirlo todo. Es decir, Paulina es cabal ejemplo del ser que entiende que “no puede suceder nada mejor que lo que al final sucede”. Sufre… pero sabe ser breve… y luego sigue sus instintos sin aceptar la derrota definitiva. No se ata a nadie más que a sus hijos, y cuando el hombre no le da la medida, lo manda al carajo dispuesta a soportar y a vencer su propio infierno.


En tal sentido, “LA PRIMERA NOCHE”, emerge como un canto de resistencia. Hay pesadumbre y dolor en el campo; hay frío, desamparo y oportunismo en la ciudad… pero, cuando hay entereza y carácter, se guarda la esperanza de que quizás, cuando haya pasado la más dura noche, al salir de nuevo el sol se podrá ver otros caminos que, probablemente, ofrezcan el regalo de nuevas y mejores  oportunidades.


Nuestro reconocimiento especial a Hernán Méndez por su impactante rol como el ambiguo reciclador que pone calor (y prevención) a la fría noche bogotana. Y bien por John Alex Toro, aunque su personaje nos deja muy mal parados como caballeros.

Con todo, “LA PRIMERA NOCHE” me merece el sello del cine-arte.

                                                                            Luis Guillermo Cardona

Título original: La primera noche
País / año: Colombia, 2003
Director: Luis Alberto Restrepo 
Guión: Luis A. Restrepo, Alberto Quiroga 
Fotografía: Sergio García
Música: Germán Arrieta, Gonzalo Sagarminaga
Intérpretes: Carolina Lizarazo (Paulina), John Alex Toro (Antonio), Ana María Sánchez (Elvia), Hernán Méndez (Reciclador), Julián Román (Wilson), Jennifer Steffens (Prostituta). 




miércoles, 21 de septiembre de 2011

Perder es cuestión de método


“El virus del mal no reconoce fronteras”

Sí, es cierto, “el virus del mal no reconoce fronteras”, se expande cada día como una nube imparable que va oscureciendo hasta los sectores más altos y con más compromiso de la sociedad. Y ya a pocos parece importarles esta vergonzosa y terrible situación… es más, ya son muchos los que tienen bien metido en la cabeza que ser honrado es ser tonto, que ser digno es ser imbécil, y que ser tramposo y deshonesto es prueba de coraje y verraquera. Si estás dispuesto a jugar sucio, tienes empleo, un buen salario, “muchos amigos” y ocasión de divertirte por todo lo alto. Pero, si estás al margen de toda corrupción, trabajas con tus propios recursos… o te sumas a los desempleados, a los sin amigos y a los olvidados… no importa el talento que tengas ni lo mucho que podrías servir a la sociedad.

Todavía recuerdo que, a un amigo empleado del gobierno le pedí, hace algunos años, que me ayudara con un trabajo. Me ofreció entonces que me metiera a trabajar con su grupo y que, en pocos meses, tendría un buen empleo para mí y para mi esposa. Le pregunté enseguida, si su jefe político era confiable como persona digna. Mi amigo me miró a los ojos y respondió con una claridad que se le atragantaba en el alma y con la que demostró que me apreciaba: “Sabe qué, Guille, mejor siga en lo suyo, porque por aquí no se consigue gente honrada”.


La película de Sergio Cabrera también apunta en este sentido. Donde se espera que haya justicia, sólo hay paños tibios y castigo para subalternos y cargos menores, pero el “poderoso” protege al “poderoso”, porque el dinero lo compra casi todo y puede poner una luz, aunque fría y mortecina, allí donde las almas sólo cargan veneno y sostienen el peso de haber hecho daño a incontadas personas.

El periodista, Víctor Silampa, decide indagar el caso de un hombre que ha sido asesinado para robarle 400 hectáreas de tierra en la troncal de occidente. Un concejal, un abogado, el dueño del bar Lolita’s, y alguna otra gente, están en el asunto, pero, Silampa, deseando encontrar al hermano de su ocasional amigo Estupiñan, decide ir hasta el fondo del asunto porque su periódico espera resultados y él ya tiene bien metidas las narices hasta con una joven prostituta del acreditado bar, conocida como Quica.



       Una correcta puesta en escena, algunas atinadas actuaciones, y una historia bien estructurada donde se precisan los grandes esfuerzos y peligros que afrontan el periodista y sus amigos para acceder a una verdad que, quizás no conozca la luz pública y hasta puede quedar a la espera de la verdadera justicia, hacen de “PERDER ES CUESTIÓN DE MÉTODO” una experiencia cinematográfica realista que, sin duda, consolida la carrera de uno de los más calificados cineastas con que ha contado nuestro país: Sergio Cabrera.     

                                                                                               Luis Guillermo Cardona

Título original: Perder es cuestión de método
País / año: Colombia, 2005
Director: Sergio Cabrera
Guión:Jorge Goldenberg (Novela: Jorge Gamboa)
Fotografía:Hans Burmann
Música: Xavier Capellas
Intérpretes: Daniel Jiménez Cacho (Víctor Silampa), Martina García (Quica), Víctor Mallarino (Marco Tulio Esquilache), César Mora (Estupiñán), Jairo Camargo (Vargas Vicuña). 
Duración:105 minutos
                                                                                           

Bluff


El Grato encanto de un dulce embrollo


¡Qué gratísima sorpresa me he llevado con esta película! Así es el cine que nos merecemos los colombianos… los latinoamericanos… y el mundo entero. Cine como el que hacían los grandes de otros tiempos: Con una historia cuidadosamente craneada en la que… cada ficha… se adelanta paso a paso… luego de tener perfectamente visionada toda la estructura de lo que se ha venido haciendo. Algo así como cuando Anatoli Kárpov se jugaba una partida de ajedrez contra su fuerte rival Gari Kaspárov. Es un hecho: un guión sólido es la gran viga sobre la que se sostiene una buena película.

Después, “BLUFF”, tiene forma: su puesta en escena, fotografía, banda sonora, edición… denotan cuidado, sobriedad y correcta adecuación, hasta cuando las voces comienzan a oírse en la escena previa o terminan en la escena posterior. Es evidente que, así como la preciosa actriz -a la que interpreta Carolina Gómez- se formó con el método de “Un actor se prepara” de Stanislavki (un divertido apunte), el director Felipe Martinez, también se bebió la imprescindible obra cinematográfica de Billy Wilder, John Huston, y quién sabe que otros grandes directores, para poder hacer una obra responsable, con hondo sentido de la trascendencia, y con más ganas de hacer arte que de hacer dinero, cosa que es harto, pero harto escasa, en el cine de los últimos años.

La historia es deliciosa y está estupendamente interpretada: El fotógrafo Nicolás Andrade (el argentino Federico Lorusso muy bien encajado), descubre a su novia Margarita con el empresario Pablo Mallarino (impecable Víctor Mallarino), en una situación que no deja dudas de su romance, y entonces, decide seguirlo por más de un año hasta conseguir unas fotos que lo comprometan y con las que pueda sacarle dinero o arruinarle el matrimonio con su exnovia. Lo que sigue no hay lugar a imaginarlo, pues está lleno de sorpresas, enredos, humor negro y toda una lección de jugadas karpovianas absolutamente deliciosas.

De las pocas películas colombianas, donde los roles secundarios son cuidados de tal manera que uno consigue recordarles gratamente, pues juegan breve, pero con la precisión de los peones de ajedrez: ¿Cómo olvidar a Pérez, a Rosmery o al portero del hotel?

Un sólo desacierto: el poster, que sugiere cosas de las que, muchos, ya comenzaron a cansarse y esta película, además de que no tiene nada de eso, está llena de color, de gracia e inteligencia.

Bien por Felipe Martínez, pues con “BLUFF”, le añade futuro al cine nacional y su película le abrirá el camino a otras grandes cosas.
                                                         Luis Guillermo Cardona


Título Original: Bluff
País/año: Colombia, 2007
Director: Felipe Martínez
Guión: Felipe Martínez
Fotografía: Alessandro Angulo
Música: Federico Lorusso
Intérpretes: Federico Lorusso (Nicolás Andrade), Víctor Mallarino (Pablo Mallarino), Carolina Gómez (Alexandra), Verónica Orozco (Rosmery), Luis Eduardo Arango (Walter Montes), Catalina Aristizábal (Margarita).
Duración:103 minutos 

martes, 20 de septiembre de 2011

La ministra inmoral



Se necesita algo más que posición y poder para alcanzar la felicidad


A Gilma Zuleta le ocurre lo que a mucha gente: Tiene el privilegio de ser bella y deseada… Consiguió ascender profesionalmente (ahora es una ministra)… Adquirió el poder que tanto buscaba… Puede darse el gusto que se le antoje… Pero no encuentra el amor que tanto anhela. Y entonces, como Grace Quigley, la estrafalaria anciana del filme de Anthony Harvey “La última solución” (1985), decide contratar a alguien para que la mate, ante la incapacidad de asumir tal acción por su propia mano. Pero, Gilma guarda muy dentro una esperanza y, seguro por eso, decide contarle a Andrea, su mejor amiga, aquello que está tramando.


Comienza así, un interesante drama donde todo se complica hasta hacernos sentir que ya no hay marcha atrás, y que aquello que un día deseaste, el destino está dispuesto a hacer que se realice. Se agradece que la historia no resulte fácilmente predecible y que la trama se desenvuelva en situaciones bastante aceptables desde lo argumental, lo técnico y lo actoral.


Ruddy Rodríguez ofrece una imagen muy competente como la ministra en conflicto con su propia vida quien, paradójicamente (y podría ser lo menos creíble del filme) da algunas muestras de preclara lucidez. Como ejemplo: resulta un gran acierto ese matrimonio con la libertad… pero, es este un hecho que sólo lo asumiría una persona muy segura y satisfecha consigo misma. Resulta también acertado Claude Pimont, como Simon de Door, pues con su ambigua figura (un tanto varonil y algo de fragilidad), siembra constantes dudas sobre sus verdaderos propósitos al lado de la ministra.


Dirigida a cuatro manos por Celmira Zuluaga y Julio Luzardo, “LA MINISTRA INMORAL” resulta muy entretenida, permite jugar un buen rato al ¿who is behind this?, y de paso, vuelve a reflejar ese hecho que demuestra que, sólo al dar se consigue recibir, y que, ni con todo el dinero ni todo el poder del mundo, se pueden lograr las cosas que sólo se promueven con el Ser. Y para obtener Amor, hay que prodigar ternura, humildad, respeto, generosidad, comprensión… sentimientos que, por ser lo que son, ni se compran ni se venden… y sólo fluyen desde muy adentro.

Ah! ¿Y si será ésta una ministra inmoral?…

                                                     Luis Guillermo Cardona



Título original: La Ministra Inmoral
País y año: Colombia, 2007
Director: Celmira Zuluaga y Julio Luzardo
Guión: Celmira Zuluaga
Fotografía: Mauricio Aristizábal
Música: Juancho Pulido y Pablo Tedeschi
Intérpretes: Ruddy Rodríguez (Gilma Zuleta); Claude Pimont (Simon de Door);  Herbert King (Alirio); Valeria Esteban (Paula).
Duración: 106 minutos



lunes, 19 de septiembre de 2011

Como el gato y el ratón







La furia contenida de pronto brota como un volcán

Esta es la historia de un pueblo que ha aguantado pobreza, carencias de todo tipo, mentiras y promesas que no se cumplen… un pueblo que sobrevive a fuerza de aguante y de tesón, que termina por aceptar que debe vivir en una tierra de nadie, donde se necesita mucho sacrificio para poder levantar una familia, y donde no se cuenta con el apoyo del Estado sino hasta el momento en que necesitan sus votos.

La Estrella es un barrio de invasión en plena capital y contra todas las negaciones que les ofrece la vida, sus moradores aún viven unidos y tienen ahora un objetivo común: que, a sus calles y a sus casas, llegue la energía eléctrica que les permita mejorar un poco sus condiciones de vida. Y el día ha llegado: La empresa de energía ha prometido que para hoy tendrán luz en sus caminos… Se encienden velas, se canta con alborozo, y entre las personas se entremezcla el optimismo de unos con el pesimismo de otros.

Y el “milagro” se cumple. Las familias más representativas del barrio, los Brochero y los Cristancho, celebran con sus vecinos. Como buenos compadres, Cayetano Brochero y Miguel Cristancho, se emborrachan juntos para celebrar la buena nueva… Pero, habrán pasado muy pocos días, cuando un pequeño incidente, se convertirá en una cadena in crescendo de agresiones, maltratos e intolerancia que pronto alcanzarán el paroxismo ante la incredulidad del edil quien, empeñado en la armonía y en la paz de sus congéneres, de pronto ve como empieza a derrumbarse su esperanzado sueño.

Rodrigo Triana logra una eficaz ópera prima donde demuestra el fragor que puede alcanzar la ira contenida durante años y años, la cual puede estallar hasta con los mejores amigos o los seres más queridos. Cualquier hecho insignificante sirve para reventar el dique, y es así, cuando el instinto fiero y salvaje comete los improperios que jamás habíamos imaginado. No hay aquí gente mala, tan sólo seres humanos que, cual olla a presión, llega a un punto en que no consigue contener más sus frustraciones, y apagada en un instante la razón, se desemboca una fuerza agresiva que, sólo liberándola escapan de la locura de la impotencia, para caer enseguida en la locura del daño moral, físico y social.

Un cuento bien contado, con personajes efectivos en su caracterización e interpretación; situaciones bien trazadas desde el efecto emocional y social que nos tocan ineludiblemente; y una ambientación de cierto toque neorrealista que logra a plenitud su cometido.




Mínimos baches técnicos y el craso error del título -pues aquí no hay un gato dominante y un ratoncito atrapado, sino dos familias de lobos adormecidos que, un día abrirán sus fauces de igual a igual-, no empañan lo suficiente esta significativa e impactante película. Ah! Y queda el personaje de Edson como el perfecto…, bueno, usted será capaz de añadir la palabra que falta.



Este es el cine que refleja una triste realidad… que debe cambiar, porque nuestro pueblo tiene derecho a una vida digna.

                                 Luis Guillermo Cardona


Título original: Como el gato y el ratón
País y año: Colombia, 2002
Director: Rodrigo Triana
Guión:Rodrigo Triana y Jörg Hiller
Fotografía: Sergio García
Música:Nicolás Uribe
Intérpretes: Jairo Camargo (Cayetano Brochero), Patricia Maldonado (Esperanza Brochero), Paola Andrea Rey (Giovanna Cristancho), Alina Lozano (Consuelo Cristancho), Gilberto Ramírez (Miguel Cristancho), Susana Torres (Dra María Angélica).
Duración: 85 minutos