El Amor es lo único que nunca muere
“EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA” es, para mi gusto, una de las mejores historias de amor escritas en América. Gabriel García Márquez consigue, con la pulcritud de su lenguaje y su profundo conocimiento del quehacer y el sentir humano, una narración ejemplar donde se demuestra la perseverancia, el fervor, la paciencia, el afán de lucha y la permanencia de que es capaz el amor.
Imposible olvidar a Florentino Ariza, el operador del telégrafo que, desde que conoce a Fermina Daza queda prendado de ella y, desde entonces, su único ideal en la vida es obtener su amor. Protegido por mamá, quien sólo ansía verlo convertirse en hombre al lado de una mujer, Florentino tropieza con el rechazo de su suegro, quien aspira a que su bella hija se case con un hombre prominente.
Larga tragedia para Ariza quien, para hacer soportable su vida, se dedicará entonces a tener sexo con cuanta mujer se cruce en su camino y hasta llevará una lista con orgullo de macho y corazón fracasado.
El encargado de esta adaptación cinematográfica, fue el inglés Mike Newell quien, con el español Javier Bardem y la italiana Giovanna Mezzogiorno como el dúo protagonista, y con las más bellas promesas del cine latinoamericano (Catalina Sandino, Marcela Mar, Ana Claudia Talancón, Angie Cepeda…) montó un atractivo jardín de rosas, para hacer del filme y de la vida de Florentino Ariza, algo que subiera la temperatura.
Sin embargo, pesa “la maldición” que parece haber sobre la obra de nuestro Nobel de Literatura, porque la historia desfallece a ratos y sobre todo, en la segunda hora, tiene el electro en casi una línea recta. Impecable ambientación en soberbias locaciones cartageneras, magnífica fotografía, bellísimo vestuario, efectiva banda sonora, pero la estupenda historia de amor cae en la rutina porque, Newell -me parece-, concede demasiado tiempo a las vagas aventurillas de nuestro héroe y alarga el filme innecesariamente, cayendo en un bajón de ritmo que a duras penas levanta con el reencuentro.
Creo que, hasta ahora, nunca anduvimos más cerca de tener la gran película de García Márquez, pero, el atractivo de las superficies nos hace perder siempre el acceso a las profundidades.
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