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miércoles, 1 de junio de 2011

INFAMIA (AKA: ESOS TRES)





LO QUE PUEDE SER CIERTO NO ES GARANTÍA DE QUE SEA EXACTO


La calumnia es la mentira que se pregona como verdad para atentar con ella contra la dignidad de una o varias personas. Hay calumnias plenas en las que todo lo que se dice es imaginado hasta la última palabra. Y hay calumnias tendenciosas donde se dice la verdad… pero no se dice toda la verdad, o sólo se dice lo que perjudica al inculpado. Y hay dos tipos de calumniadores: los que inventan la falsa imputación y los que se convierten en retransmisores de ésta, convencidos de que lo que les contaron es completamente cierto.

En todo hecho, por evidente y condenatorio que parezca, hay dos versiones, y es imprescindible conocer la del inculpado para poder tener la mejor perspectiva de juicio. Aquella premisa de que “yo a él le creo” o de que “a los niños hay que creerles”, está viciada de exceso puesto que es necesario mantener el beneficio de la duda dado que, los mecanismos de defensa y de ataque, hacen parte de la estructura psicológica de todo ser humano, y en ocasiones, tales mecanismos poseen características exacerbadas en ciertos individuos (hombre o mujer, adulto o niño).

Basado en su novela “La hora de los niños”, el guión de la valiente y apreciable escritora Lillian Hellman (de quien veríamos luego otros brillantes ejercicios literarios en filmes como “Callejón sin salida”, “La loba” y “Julia”, entre otros), nos habla de dos emprendedoras chicas, Martha Dobie y Karen Wright, quienes luego de graduarse de la universidad, se unen para fundar un internado de niñas en la vieja casa que la segunda ha recibido como herencia. Todo parece marchar de maravilla –aunque ande por ahí la muy ligera y entrometiche tía Lily, mejor conocida como “la duquesa”- e incluso, Karen está a punto de casarse con un médico vecino que se convierte en su mejor aliado.

Pero, entre las alumnas, se halla Mary la nieta mimada de la influyente sra Tilford, y sus constantes improcedencias la convertirán en la piedra en el zapato para la institución y sus comprometidas docentes, hasta que levantará una polvareda que tendrá bastante eco.

La estrechez de la censura de entonces, motivó cambios en el guión que modifican ciertos tópicos que sorprenden en la historia original (estos podrán encontrarse  en la posterior y ajustada versión realizada de nuevo por Wyler en 1962, conocida como “La mentira infame”), no obstante, el resultado es óptimo, y con un intachable conjunto de actores (en el que sorprende Bonita Granville como la joven Mary), sumado al brillante ejercicio del maestro William Wyler, lo que resulta es un filme de grandes méritos y memorable historia. 

Luis Guillermo Cardona         






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