Una poderosa historia que ya lleva dos mil años
Jesús, un ser que vino al mundo para luchar por la unión entre todos los hombres. Dio amor, despertó conciencias, sembró verdades que nos ayudarían a vivir en paz, y nos convocó para que hiciéramos sentir, a cada hermano, que con nosotros está libre de agresión alguna. Lo persiguieron por decir verdades, lo calumniaron por denunciar a los falsos dioses, y lo crucificaron por estar en contra de cualquier atropello a la dignidad del hombre. Fiel a sus ideales y leal a su destino, Jesús jamás renunció al ejercicio de lo que consideraba justo, quizás, porque también sabía que morir haciendo el bien es un verdadero triunfo, pero vivir haciendo el mal es una triste desgracia.
Gabriel, es un sacerdote tan terrenal como cualquier otro hombre. Aunque ejerce dentro de la iglesia católica, ha renunciado al celibato porque siente que es su derecho experimentar ese maravilloso y dual sentimiento que es el amor físico-espiritual por la mujer (dicen, y lo creemos, que también Jesús tenía su Magdalena). Pero, Gabriel, ama a su pueblo y se duele de verlo sometido entre tres fuegos: las fuerzas del estado que para nada lucen como símbolo de justicia y las fuerzas insurgentes (guerrilla y paramilitares) que traen sombra por doquiera que se asientan.
Respaldado por la mayoría de los representantes del pueblo, Gabriel tiene como objetivo construir un puente que él ve como una puerta abierta para dar paso al transporte de alimentos desde el pueblo hacia otros lugares, pero otra cosa ven los grupos al margen de la ley quienes tratan de disuadirlo de esta empresa. Por ésta, y por otras situaciones en las que Gabriel se compromete en defensa de la justicia, su vida queda en entredicho y algunos comienzan a presentir que corre un verdadero peligro.
Pero, cada tanto, irreversible y poderosamente, surge el hombre necesario que trazará el puente de luz que la humanidad requiere para mantenerse viva y poder seguir con la frente en alto. Y así, Gabriel hará historia, y en la conciencia de un joven valeroso que ha sabido seguir su camino, quizás deje una huella indeleble, y posiblemente, él será el próximo en oponerse a los desafueros de los hombres.
Luis Alberto Restrepo, el director que nos diera ese gusto a mujer-con-alma en “La primera noche”, nos complace ahora con esta afirmación de Cristo-eterno, vista desde lo terreno, pero con un sabor a fuerza espiritual que nadie puede quitarle.
Reconocimiento a Andrés Parra por esa actuación vigorosa, cálida y profunda, con la que logra dar, al personaje de Gabriel, un carisma sorprendente y maravillosamente humano. Y bien por Ana Cecilia Sánchez, la bella Silvia que consigue ver el corazón amoroso y sincero que, cada tanto, puede haber en un hombre de iglesia. Los atrasos de las instituciones siempre promoverán la rebeldía de los hombres.
Título Original:La pasión de Gabriel
País / Año: Colombia 2009
Director: Luis Alberto Restrepo
Guión: Diego Vásquez Moncayo y Luis Alberto Restrepo
Fotografía: Sergio García
Fotografía: Sergio García
Música: Sally Station
Intérpretes: Andrés Parra (Gabriel), Ana Cecilia Sánchez (Silvia), Isabel Gaona (Rosario), Hernán Méndez (don Pablo), Jorge Rodríguez (Alcides), Álvaro Rodríguez (Ramón), Gilberto Ramírez (Hipólito), Tania Suárez (Janeth).
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