¡Hasta donde puede llegar la perversidad humana!
El 15 de Mayo de 2000, varios hombres encapuchados, miembros de una pandilla de delincuentes comunes, ingresa a la finca la “La esperanza” de la vereda Palestina en Chiquinquirá, Cundinamarca y luego de amordazar a los humildes miembros de la familia Pachón Cortés (el padre, la madre y tres hijos), les piden 15 millones de pesos en efectivo. Al no disponer estos de semejante suma, los bandidos tratan de forzar el pago colocando en el cuello de la señora un collar bomba, hecho con tubos de PVC y diseñado, sin duda, por un experto en explosivos.
Tan pronto se marchan los asaltantes, pues la bomba es controlable a distancia, comienza para doña Elvia Cortés un proceso de angustia, de pánico y ansiedad que, sólo su fe en Dios, a quien invoca incesantemente, y el apoyo de sus familiares, harán que no enloquezca ante la crítica situación que padece en los siguientes largos, pero muy largos minutos.
Este es el hecho que recrea el director colombiano Spiros Stathoulopoulos, logrando un filme de fuerte impacto no sólo por la infamia y la atrocidad del hecho ocurrido en Colombia, sino por la original manera como realizó la película, la cual consta de Una sola toma que dura 85 minutos, rodada por el mismo director armado de una Steadycam, con la cual practicó hasta dominar por completo el escenario.
“PVC-1” se rodó con cámara digital -la única que hacía posible este tour de force- en un tiempo récord de cuatro días y se contó con actores de teatro y otros naturales a los que se preparó para representar la historia a campo abierto y en unos escenarios únicos sobre los que la cámara se desplazaría incesantemente.
De esta manera, y superando un estilo que sólo recordamos en el director húngaro Miklós Jancsó, Stathoulopoulos deja sentada una nueva forma de rodar que ha recibido toda suerte de aplausos y reconocimientos internacionales.
A su filme podría reclamársele mayor autenticidad en las actuaciones y menos subjetividad en la cámara, pues algunos desplazamientos sólo se explican por el propósito de mantener la toma continua, pero la tensión, la humillación y la angustia existencial que impone ese espantoso aditamento colocado en la cabeza de la humilde señora, hace que su imagen permanezca en nuestra mente como símbolo de la descomposición social, de la degradación a la que pueden llegar algunos seres humanos, y de las diabólicas maquinaciones que, en ocasiones, se alcanzan a pensar con tal de conseguir lo que se quiere.
Tampoco las instituciones del estado quedan muy bien paradas con la manera como asumen este insólito caso, y la sociedad, en pleno, resulta responsable porque, con su forma de relacionarse, hace posible que surjan hombres como los que asesinaron a esta humilde señora y amargaron la vida de toda una familia.
Luis Guillermo Cardona
Título Original: PVC-1
País/Año: Colombia, 2007
Director: Spiros Stathoulopoulos
Guión: Spiros Stathoulopoulos
Fotografía: Spiros Stathoulopoulos
Intérpretes: Mérida Urquía (Ofelia), Daniel Páez (Simón), Alberto Zornoza (superintendente Hurtado), Hugo Pereira (Benjamín)
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